En los salones de finanzas poco iluminados, donde los números bailan como sombras en una pared, ha surgido un murmullo peculiar. La tasa de financiación garantizada a un día (SOFR), ese oscuro barómetro de los caprichos monetarios, oscilaba en el 4,29% un miércoles tan anodino como una taza de té frío. Su contraparte, la tasa de recompra inversa a un día (ON PRR) de la Reserva Federal, languideció en 4,00%, dejando un diferencial de 29 puntos básicos, una brecha tan amplia como un bostezo en una cena familiar. Sin embargo, en este bostezo, los comerciantes de criptomonedas, siempre recolectores de migajas financieras, huelen oportunidades. El Standing Repo Facility (SRF), ese paraguas olvidado en un rincón, fue repentinamente adquirido por 6.500 millones de dólares, el mayor retiro no trimestral desde su creación. Las tasas de recompra de garantías generales saltaron como un gato asustado, insinuando fricción en los engranajes de la máquina financiera.
Los delirios olfativos de los toros
Ahora circulan como hojas de otoño rumores de que la campaña de ajuste cuantitativo (QT) de la Reserva Federal, esa severa institutriz de la liquidez, pronto podría verse abandonada. “QT podría estar listo para octubre”, proclamó Félix Jauvin, presentador de *On the Margin*, con la gravedad de un hombre que predice lluvia desde un cielo sin nubes. Sahil Mehta, siempre la Cassandra basada en datos, notó los 29 pb del diferencial SOFR-RRP en un “miércoles aleatorio”, un detalle tan trivial como una coma fuera de lugar, pero de algún modo portentoso. Joe Consorti, jefe de crecimiento de Horizon y Theya, pintó la escena con la sutileza de un pregonero de carnaval: “Los bancos regionales cayeron un 4,5%. El oro a 4.300 dólares la onza. El SOFR/RRP se dispara. Parece que una respuesta política es inminente”. Casi se pueden escuchar a lo lejos los arrullos moderados de la Reserva Federal, una canción de cuna para los mercados hambrientos de liquidez.
El oro, ese eterno pesimista, superó los 4.300 dólares la onza, mientras los bancos regionales se desplomaban como invitados sobrealimentados después de una comida copiosa. Los indicadores del banco regional KBW cayeron entre un 4,5% y un 7%, y su caída fue tan inevitable como una tragedia chejoviana. Los operadores macroeconómicos, siempre dramaturgos, plasmaron estos movimientos en la impresión SOFR y declararon: “Liquidez cada vez más ajustada, estrés en aumento”, un diagnóstico tan terrible como el pronóstico de un médico en una novela del siglo XIX.
En los cuadrados digitales de X, los analistas se pusieron sus sombreros de profeta. Furkan Yildirim, con la solemnidad de un hombre que lee hojas de té, declaró que la propagación era “un signo clásico de presión financiera”. Con el colchón de repos inversos agotado y el QT avanzando, advirtió sobre una “escasez real de liquidez”, particularmente en torno a las emisiones del Tesoro y los días de impuestos. “Los bancos están luchando por conseguir dinero barato como los campesinos por el pan”, bien podría haber dicho, aunque sus palabras en realidad fueron más mesuradas. @The_Prophet_, siempre Cassandra, vinculó la medida a un “desacoplamiento entre las tasas basadas en el mercado y el corredor administrado por la Reserva Federal”, y agregó con floritura: “La Reserva Federal lo llamará ‘técnico’. Pero la historia lo llamará ‘el momento en que el control comenzó a fallar'”. Casi se pueden escuchar las protestas apagadas de la Reserva Federal de fondo.
Los formuladores de políticas, esos eternos indecisos, han comenzado a inclinarse. Después de un recorte de 25 puntos básicos en septiembre, los funcionarios de la Reserva Federal hablan ahora de una mayor flexibilización con la vacilación de un hombre que propone una segunda ración de borscht. El gobernador Christopher Waller respaldó otro movimiento de 25 pb en octubre, mientras que el presidente Jerome Powell reconoció el endurecimiento de las condiciones y el inminente fin del trimestre. Si la Reserva Federal detiene la liquidación de balances este mes, será una repetición de 2019, cuando la tensión en el mercado de repos obligó a un rápido giro operativo. Para las criptomonedas, la señal es clara, si el momento no lo es: los respaldos de liquidez engendran condiciones más laxas, y las condiciones más laxas engendran un “aumento de números”.
Sin embargo, como advierten varias voces macroeconómicas, esto no es euforia, sino tensión. Una respuesta política nacida de la coacción puede impulsar los mercados, pero también revela la fragilidad de las tuberías del sistema. Hasta que el uso del SRF retroceda, el SOFR se vuelva a anclar por debajo de los fondos federales y el colchón ON PRR deje de raspar el piso, el mensaje es claro: la liquidez es tan escasa como la honestidad en una obra de Chéjov, y el tiempo corre hacia el 28 y 29 de octubre.
En el momento de esta publicación, la capitalización total del mercado de criptomonedas ascendía a 3,6 billones de dólares, una cifra tan insignificante como la edad de un personaje de una historia de Chéjov. 🤑💸📉

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2025-10-17 14:13