Si ve algo, reseña: El espinoso drama de inmigración se pierde en el tránsito

La historia de Oday Rasheed captura la lucha común de las personas que viven lejos de su tierra natal: el deseo de abrazar una nueva vida y al mismo tiempo sentirse conectados con el lugar que dejaron. Ali, un médico iraquí en Nueva York, intenta distanciarse de la agitación en su país, pero descubre que Bagdad es el único lugar donde realmente se siente comprendido y donde permanece su familia.

Cuando realmente encaja, la película de Rasheed captura maravillosamente la sensación de estar estancado: esa situación imposible que enfrentan los inmigrantes cuando la vida exige que estén en otro lugar, alejándolos de lo que realmente importa. Pero, sinceramente, a veces todo se estanca en los problemas familiares bastante predecibles de Katie. Realmente desearía que se hubiera centrado más en la historia de Ali, porque se sentía increíblemente relevante y poderosa.

Jess Jacobs terminó el guión después de que lamentablemente falleciera el escritor original, Avram Ludwig. Sin embargo, la historia de su personaje no es tan atractiva como podría ser. La película lucha por equilibrar las aterradoras realidades del proceso de inmigración estadounidense con una trama secundaria menos impactante sobre Katie y su padre algo prejuicioso y autoritario, Ward (Reed Birney). Esta historia secundaria parece que desvía la atención de la narrativa principal en lugar de complementarla.

Ali y Katie son una pareja que vive junta, aunque no están casadas. Ali todavía está trabajando para obtener su licencia médica en los EE. UU., pero eso no le impide realizar una cirugía que le salvará la vida, aunque sea ilegal, en el ojo de la hija de un amigo. La experiencia es profundamente perturbadora para todos los involucrados, y Katie sufre pesadillas vívidas e inquietantes (que la película retrata de manera efectiva, aunque su ubicación resulta incómoda). Mientras se preparan para inaugurar una nueva exposición de arte en la prometedora galería de Katie, la pareja recibe una buena noticia: la solicitud inicial de asilo político de Ali ha sido aprobada.

Mientras conduce hacia la cena familiar de su novia Katie (una comida con su hermana Margot y su cuñado Charlie), Ali recibe llamadas urgentes y aterrorizadas de su amigo Salam en Bagdad. Salam explica que su amigo, Dawod, ha sido secuestrado durante una protesta violenta y está detenido por un rescate de 250.000 dólares. Ali, tratando de causar una buena impresión al padre de Katie, decide no compartir esta angustiosa noticia.

Durante el resto de la película, Ali intenta desesperadamente recaudar una enorme suma de dinero y, de manera algo inexplicable, lo mantiene en secreto para su colega. Si bien Reed Birney ofrece una actuación destacada como punto fuerte de la película, el personaje de Ward se siente fuera de lugar. Se le retrata claramente como un padre con puntos de vista liberales obsoletos y prejuicios ocultos, pero su papel no conecta del todo con el mensaje general de la película.

La parte más frustrante de la historia es la decisión poco realista de Ali y Katie de permanecer solteros. Margot y Charlie tienen razón: casarse resolvería muchos problemas y es extraño que ni siquiera lo consideren, a pesar de que Ali afirma que sus sentimientos no se basan en la conveniencia. Muchas parejas se casan para ayudar a su pareja a evitar la deportación, por lo que esta opción perdida parece extraña. Tampoco tiene sentido dentro de la lógica de la historia. Si el objetivo es mantener incierto el estatus de Ali, está bien, pero los acontecimientos recientes muestran que ICE no duda en detener incluso a ciudadanos, por lo que la renuencia a considerar el matrimonio parece forzada e ilógica.

La película avanza a un ritmo dolorosamente lento, lo que desafortunadamente drena toda la tensión que la historia intenta generar. Las dos historias principales (Ali lidiando con la inmigración mientras su amigo es secuestrado y sus intentos de llevarse bien con una familia llena de prejuicios) se sienten desconectadas y no funcionan del todo juntas. Como resultado, ambas historias sufren y el actor que interpreta a Ali no tiene el alcance para darles vida por completo.

La película no logra su final emotivo porque en general es demasiado tranquila e indecisa. Es difícil conectarse con los personajes, ya que sus elecciones a menudo parecen mal explicadas o simplemente egocéntricas. Sin embargo, la película tiene mérito. Su título hace referencia a la campaña de seguridad pública “ver algo, decir algo”, insinuando una historia que desafía el miedo racista. Pero la película en realidad hace lo contrario: socava sutilmente esa idea. Quizás el personaje principal, Ali, necesite ser más abierto y expresar sus sentimientos, tanto para sí mismo como para las personas que lo rodean, como Dawod y Katie.

2025-11-02 20:40