Reseña de ‘Terapia familiar’: un giro satírico absurdo sobre Pasolini pierde foco

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Reseña de 'Terapia familiar': un giro satírico absurdo sobre Pasolini pierde foco

Como conocedor del cine europeo y con debilidad por las sátiras sociales, considero que «Family Therapy» de Sonja Prosenc es una película intrigante y que invita a la reflexión. El giro único del director sobre «Teorema» de Pier Paolo Pasolini es a la vez refrescante y desafiante, y ofrece una especie de cebo y cambio que mantiene al espectador interesado.


Tras su debut en el concurso narrativo internacional de Tribeca, la directora y escritora eslovena Sonja Prosenc presenta en Sarajevo su tercera película, la sátira social «Family Therapy», en competición. Este nuevo trabajo del cineasta ofrece una visión humorística de la premisa «Teorema» de Pier Paolo Pasolini, mientras la aparición de un joven y atractivo extraño causa confusión dentro de una familia eslovena desagradable y recientemente rica. Durante gran parte de su duración, resulta agradable verlo. Sin embargo, Prosenc intencionalmente deja que la historia se desquicie y continúa mucho más allá de varias conclusiones lógicas. Al igual que en sus películas anteriores «The Tree» e «History of Love», ambas filmadas por la talentosa Mitja Ličen («Small Body»), la impresionante cinematografía, las potentes actuaciones y el impresionante diseño de producción visual ayudan a mitigar las deficiencias del guión.

Las escenas iniciales, que muestran un auto en llamas al costado de la carretera con una familia frenética tratando de escapar, podrían inicialmente hacerte creer que esta familia juega un papel importante en la película. Sin embargo, resulta que son sólo personajes periféricos, y el foco principal es en realidad la familia Kralj, apropiadamente llamada ‘Reyes’, que pasan velozmente en un vehículo de lujo sin detenerse a ofrecer ayuda.

Julien (Aliocha Schneider), de 25 años, recién llegado a Francia para una estadía prolongada, encuentra inquietantes las acciones frías y hostiles de los Kralj, particularmente porque es hijo del cabeza de familia Aleks (Marko Mandić) de una relación anterior. Parece que padre e hijo no se conocen bien, y Olivia (Katarina Stegnar), la esposa artista y galerista, junto con su problemática hija adolescente Agata (Mila Bezjak), hacen poco para que él se sienta bienvenido.

El escenario principal de la mayor parte de la acción, la residencia Kralj, es de una belleza impresionante. Una maravilla de arquitectura de hormigón y vidrio, se encuentra al borde del bosque y cuenta con un diseño interior elegante y minimalista. Esta moderna morada está equipada con tecnología avanzada de hogar inteligente que garantiza la privacidad y al mismo tiempo ofrece una estrecha vigilancia de la naturaleza circundante.

La presencia de Julian altera el estilo de vida aislado y estrictamente estructurado de la familia. Su compasión y bondad provocan grietas tanto físicas como simbólicas en sus vidas; sin embargo, en el desequilibrado guión de Prosenc, estas divisiones no necesariamente resultan en descubrimientos o transformaciones significativas.

Inicialmente, la película comienza con numerosos eventos aparentemente significativos que pueden insinuar una narrativa cautivadora, pero que eventualmente resultan ser desviaciones irrelevantes. Por ejemplo, los breves episodios que retratan la tensión sexual entre Julien y madre e hija no sirven para hacer avanzar la trama. Por el contrario, el largo segmento que describe la actuación vanguardista de Ana Đurić-Konstrakta en la esnob fiesta del mundo del arte, donde Aleks se avergüenza, transmite su mensaje rápidamente pero se prolonga excesivamente.

Debo admitir que los actores de Prosenc están verdaderamente dedicados, incluso cuando cuentan con recursos limitados para trabajar. Mandić, con su mirada chispeante y maníaca, da vida al torturado escritor con una fascinación poco convencional por el espacio exterior. Por otro lado, el personaje de la reina helada de Stegnar se suaviza por la preocupación por su frágil hija, un papel que refleja su relación en la vida real. Como intervención divina de la trama, Schneider, el actor francocanadiense, puede no estar tan desarrollado, pero logra hacer de Julien una figura comprensiva, lista para aceptar su papel en esta familia imperfecta.

En una película donde la atmósfera eclipsa la trama, es fundamental destacar el magnífico diseño de producción de Tatjana Čanić Stanković, así como el vestuario de Gilda Venturini y Dubravka Skvrce. Sin embargo, lo que realmente destaca es la poderosa composición musical del dúo musical esloveno Primož Hladnik y Boris Benko, que se llaman Silence.

2024-08-18 01:46