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Como cinéfilo experimentado que ha atravesado los paisajes cinematográficos de diversas culturas e ideologías, me siento cautivado por el enfoque narrativo único de Nanfu Wang en «La noche no es eterna». Su capacidad para entrelazar sus experiencias personales con la narrativa más amplia de los problemas sociales crea un vínculo poderoso e identificable con la audiencia.
A diferencia de muchos cineastas de no ficción que se mantienen al margen de la narrativa de su trabajo, Nanfu Wang ha construido su carrera haciendo justo lo contrario. En cada una de sus películas, entrelaza sus experiencias personales con el tema para proporcionar un contexto identificable para temas más amplios. Su última producción, «Night Is Not Eternal», sigue este enfoque único para una doble interpretación íntima de dos mujeres, incluida la propia Wang, que comparten luchas similares.
Mientras me siento a compartir mis pensamientos sobre el último documental de Wang, queda claro que su toque personal impregna cada fotograma. Entrelaza clips de varias de sus películas, incluido su innovador debut de 2016, «Hooligan Sparrow», que profundiza en la lucha por la justicia en un caso de abuso sexual contra jóvenes colegialas. Esta poderosa imagen de gente común y corriente oponiéndose a la injusticia tiene eco universal. Con cada nuevo proyecto, Wang refuerza la impresión de que su trabajo no es sólo una colección de historias independientes, sino más bien una narrativa continua. Es un testimonio tanto de los problemas sociopolíticos que captura como de cuán profundamente estos asuntos han afectado su propia vida.
Wang conoció a Rosa María Payá, una activista cubana, durante un festival de cine donde ambos proyectaron sus respectivas obras. Sus experiencias compartidas de vivir bajo regímenes autoritarios en China y Cuba generaron una conexión. Los recuerdos de la infancia de Wang en la China socialista, donde sus películas están prohibidas, reflejan las luchas diarias de Payá contra el acoso y la vigilancia. Inspirado por este paralelo, Wang decidió documentar la búsqueda de cambio de Payá en Cuba. Dividió su tiempo entre La Habana y Miami, capturando ante la cámara tanto el trabajo preliminar de Payá como su viaje personal.
Durante bastante tiempo, Wang siguió a Payá por todo Estados Unidos y otras naciones a medida que su creciente influencia entre los expatriados cubanos la transformaba en una figura política importante. El título del documental se deriva de un libro escrito por Oswaldo Payá, un respetado activista que abogó por el autogobierno de Cuba sin la participación de Estados Unidos. Esta frase simboliza la esperanza eterna de la población cubana de que su sufrimiento de largo plazo bajo Fidel Castro (y sus sucesores) eventualmente llegue a su fin, a medida que la oscuridad inevitablemente dé paso a la luz. Trágicamente, su incesante búsqueda de la democracia resultó en su muerte a manos del régimen en 2012, lo que obligó a sus hijos, incluida Rosa María, a exiliarse.
En Cuba, el comportamiento diplomático de Payá se impuso, haciéndola parecer menos accesible en comparación con las imágenes anteriores. Una barrera sutil pareció formarse entre ella y Wand. Sin embargo, fue cuando Wand capturó a Payá bailando después de un largo día de conferencias y reuniones que su genuino idealismo resurgió brevemente. Wang retrata esta escena con un efecto confuso y de cámara lenta, como si intentara extraer cada fragmento de emoción cruda de este fugaz momento de alegría espontánea en Payá, un raro caso en el que parecía completamente desconectada de su implacable misión. Estos interludios visuales, combinados con el trabajo del editor Michael Shade, le dan a la película una sensación dinámica.
Aproximadamente dos tercios del revelador documental «La noche no es eterna», surge un cambio inesperado que tensa la relación entre Wang y Payá. Este desarrollo surge de la exploración del documental de la asociación de Payá con opiniones políticas conservadoras sostenidas por muchos cubanos exiliados en los Estados Unidos, una conexión ejemplificada por una escena de un mitin de Donald Trump donde Payá está presente. En lo que parece un intento de mantener un diálogo amistoso, Wang no cuestiona directamente a Payá sobre su apoyo a una figura conocida por promover los prejuicios y el extremismo estadounidenses ante las cámaras. En cambio, Wang comparte, a través de voz en off, ideas de conversaciones privadas que revelan los complejos sentimientos de Payá hacia el expresidente. El hecho de que parezca abrazar a una figura tan dañina con la esperanza de lograr sus objetivos y mantener el favor entre los exiliados, lo que hace eco de la filosofía de «el fin justifica los medios», deja a Wang preocupado. Se pregunta por qué las personas que escapan de las dictaduras se sentirían atraídas por alguien como Trump, que comparte algunas características con sus antiguos opresores.
A pesar de las importantes protestas de los cubanos en su país, donde sus vidas podrían estar en riesgo, Payá continúa absteniéndose de criticar el embargo comercial de Estados Unidos contra Cuba, una postura que contrasta con la abierta oposición de su padre. Sostuvo que estas sanciones han tenido un impacto mínimo en el debilitamiento del control del régimen de Castro sobre la isla y en cambio han perjudicado a la población más que al régimen mismo. La ambigüedad en las respuestas de Payá a ciertas preguntas sugiere un cambio en sus puntos de vista, no sólo en términos de su apariencia y comportamiento, sino también en su postura política conflictiva. Aboga por el respaldo global a la causa cubana y al mismo tiempo se alinea con una administración conocida por su duro trato a los inmigrantes y otros grupos marginados.
Aunque Wang no aborda directamente la idea del excepcionalismo cubano entre los expatriados frente a los de América Latina y más allá, sus imágenes transmiten poderosamente esta sorprendente contradicción. Imágenes de vídeo de una manifestación por la libertad de Cuba en Florida muestran la bandera cubana ondeando junto a una MAGA (Make America Great Again), simbolizando esta inquietante desunión.
Wang no compara directamente el trato a los manifestantes cubanos con el uso de la fuerza por parte del gobierno de Estados Unidos durante las protestas de Black Lives Matter en 2020 (en su lugar, utiliza imágenes de la Plaza de Tiananmen). Sin embargo, está claro que ambas situaciones reflejan casos similares de violencia. Aunque «La noche no es eterna» carece de confrontaciones intensas y directas con Payá, sí muestra que el camino hacia el cambio es complejo, traicionero y lejos de ser perfecto.
“La noche no es eterna” ahora se transmite en Max y HBO.
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2024-11-20 00:47