
Como amante del cine, siempre me ha llamado la atención la frecuencia con la que la infancia aparece en las películas, y con razón. Hay algo intrínsecamente convincente en ver a los niños navegar por un mundo que parece enorme y, a veces, aterrador. Esa vulnerabilidad es perfecta para todo tipo de historias: se ve en películas divertidas y aventureras como Los Goonies, pero también en películas de terror genuinamente aterradoras como las películas IT y la serie Bienvenido a Derry. Además, la infancia suele estar llena de cosas dramáticas, ya sea lidiar con matones, situaciones familiares difíciles o simplemente los desafíos del crecimiento, lo que genera historias realmente convincentes en la pantalla.