Bitcoin de Kiyosaki: Hijo, llámame cuando pase la tormenta 🐘💸

He aquí, Robert Kiyosaki, el más firme de los sabios modernos, con su frente curtida y su espíritu inquebrantable, se encuentra al borde del caos, murmurando: “¡No temáis, hijos míos, porque no venderé mis Bitcoins!” Así habla el hombre, mientras los mercados tiemblan como los campos de un granjero bajo un cielo iracundo. Oh, la tempestad arrecia, pero Kiyosaki permanece, un baluarte contra la locura, vestido con su traje de filósofo.

Sostiene, en un tono tan grave como un sermón, que las convulsiones actuales no nacen de la luz menguante de Bitcoin, sino del hambre eterna de la humanidad por monedas inmediatas. “Que tiemblen”, declara, “espero. Cuando la tempestad amaine, actuaré”. Uno podría imaginarlo bebiendo té de menta en una habitación llena de libros de contabilidad, mientras el resto del mundo se ahoga con el humo de la imprudencia.

La paradoja del espíritu fortificado

¿Qué sostiene a este hombre? ¿Es fortaleza divina o mera sabiduría terrenal? Kiyosaki, como ve, no está sujeto a la tiranía de las necesidades pecuniarias diarias. Sus arcas, repletas de bienes raíces y empresas privadas, brillan como un oasis en un desierto de miseria. “¿Vendo cuando el cielo se oscurezca?” le grita a X: “¡No! ¡Espero!” Lamentablemente, la mera mención de la paciencia en estos tiempos frenéticos es un sermón en sí mismo.

Los errores, querido lector, son buenos maestros

Kiyosaki, un hombre que no teme que la sangre manche su libro de contabilidad, confiesa sus locuras pasadas en medio del pánico. Habla de estos errores con la solemnidad de un padre que sermonea sobre la inutilidad de echar más leña al fuego. “Las escuelas enseñan a hacer sumas”, se burla, “pero la vida enseña a quemarse los dedos cuando todo el mundo grita: ‘¡Vende! ¡Vende!'”. Una verdad tan obvia como el sol naciente.

“¿BITCOIN CRASH?”

“. . . las burbujas de todo estallan. . .”

“¿Estoy vendiendo? NO.”

“¿Por qué espero?”

“El mundo busca dinero en efectivo. Yo no.” . . .

– Robert Kiyosaki, 15 de noviembre de 2025

The Spectacle of a Market’s Whimper

He aquí ahora la moneda misma, reducida a 95.000 dólares: ¡un precio olvidado en las brumas de los últimos seis meses! Por desgracia, la caída es pronunciada, como resultado de la llama chisporroteante de la IA y de que las acciones tecnológicas pierdan su valor llorando. Las masas, siempre volubles, huyen del riesgo y así crece la tormenta. ¿Será esto una tormenta temporal o el nacimiento de una sequía? Las gaviotas del mercado gritan, pero Kiyosaki sigue siendo un faro.

Liquidations, Yet Not Catastrophe

Casi 900 millones de dólares en posiciones largas desaparecieron como hollín en el viento. Pero aquí hay un giro curioso: ¡los analistas susurran que hay calma! Aunque los operadores cayeron, la masacre fue inferior al 2% del interés abierto. Se podría decir que el mercado parpadeó (un único y cansado parpadeo) y no descendió al abismo. En verdad, los casi accidentes del 10 de octubre atormentan la psique, ya que nadie desea que resurjan.

Los informes, siempre escribas del caos, cuentan 92.658 comerciantes liquidados en 24 horas. Un número ordenado, pero no un lamento culminante. Uno podría acariciarse la barbilla, inclinándose hacia la ironía: se evitó el pánico, pero las arcas de los sabios permanecen intactas.

The Art of Gathering Dust

Kiyosaki, con la paciencia de un granjero que cuida una plántula, promete comprar más Bitcoin cuando el tiempo avance con el “Tiempo de sobra” de Applebee como su heraldo. “El suministro es fijo”, predica, “como lo son las leyes de la naturaleza. ¡Espera y el mundo se arrepentirá!” Mientras tanto, se insta a los devotos de su juego “Cashflow” a reunirse en pequeños grupos, como si aprender a manejar monedas fuera un sacramento. Quizás lo sea.

The Cooling Embers of Chaos

El mercado, que alguna vez estuvo ardiendo de pánico, ahora hierve a fuego lento. Los comerciantes, esas pobres almas, respiran más tranquilos, porque la venta no parece nacer de la desesperación, sino del eterno ansia de liquidez. Los precios se desploman, como lo han hecho desde tiempos inmemoriales, pero la reversión es hija de las compras, del mismo modo que la sequía es la madre de la lluvia. Por ahora, la cifra de 900 millones de dólares aparece, no como una maza, sino como un guijarro. La tormenta pasó, no sin ira, pero sí con advertencia.

2025-11-16 13:33