Así que aquí estamos de nuevo, querido lector, en el gran carnaval de las ilusiones, donde los garabatos digitales se inflan como blinis recocidos y hombres con corbatas de seda susurran sobre la “transformación blockchain” como si hubieran descubierto el fuego. El intercambio de criptomonedas WhiteBIT (sí, esa noble institución de confianza descentralizada) ha visto su token de papel, WBT, dispararse exactamente un 20% en un día. ¿Un milagro? Tal vez. O tal vez simplemente otra artimaña envuelta en el manto de terciopelo del progreso.
WhiteBIT y el Príncipe de la Promesa
En un día similar a cualquier otro en la era del espectáculo, WhiteBIT anunció -como si estuviera presentando un nuevo modelo de tractor en una feria soviética- que había iniciado una “cooperación estratégica” con Durrah AlFodah Holding. En representación de ellos, nada menos que Su Alteza Real el Príncipe Naif Bin Abdullah Bin Saud Bin Abdulaziz Al Saud, un hombre cuyo nombre por sí solo podría completar un plan quinquenal. Juntos, llevarán al Reino de Arabia Saudita a la estratosfera de las finanzas digitales, la gobernanza de blockchain y, naturalmente, la infraestructura de datos. Todo ello de acuerdo con la Visión 2030, que, seamos honestos, es menos una visión y más una lista de compras escrita en PowerPoint.
Una visión, sí. ¿Pero de quién? ¿La del pueblo? ¿O los tecnócratas que ahora rezan no a Marx sino a Nakamoto?
Se nos dice que la asociación dará lugar a grandes hazañas: la tokenización de acciones (porque ¿por qué tener propiedad real cuando se puede tener un código QR?), orientación sobre las monedas digitales del banco central (que, en cualquier país libre, se llamaría vigilancia) y la construcción de centros nacionales de computación de datos: gloriosos gulags digitales donde los petabytes se extraen como carbón y se procesan mediante algoritmos más obedientes que cualquier cosaco.
WhiteBIT, siempre humilde servidor, ofrecerá “experiencia tecnológica” y “diseño de infraestructura”. Durrah AlFodah, a su vez, deslizará el intercambio a través del laberinto de regulaciones reales, permisos reales y apretones de manos reales. Una cerilla forjada no con fuego, sino con el cálido resplandor de las presentaciones de PowerPoint y el combustible de los aviones privados.
Esta no es la primera vez que WhiteBIT se aventura en tierras extranjeras. Se ha expandido -como un cultivo de papa bien disciplinado- a Australia, Croacia, Italia, Kazajstán, Argentina y Brasil. Dondequiera que los reguladores se relajen, llega el intercambio, cargado de documentos técnicos y promesas, muy parecido a un farmacéutico ambulante que vende elixires para dolencias fantasmas.
Y ahora, la pieza de resistencia: ¡una empresa conjunta! Una nueva empresa, nacida del destino digital, para gestionar estos grandes proyectos nacionales. Volodymyr Nosov, presidente del Grupo W (el imperio detrás de WhiteBIT), declaró con la solemnidad de un comisario:
“Es un honor trabajar junto con el Holding de Su Alteza Real el Príncipe Naif… para construir las bases de la transformación digital de Arabia Saudita… sistemas blockchain seguros y soberanos… futuro tecnológico…”
Si tan solo Lenin pudiera escuchar esa poesía. ¡Soberano! ¡Seguro! ¡Cadenas digitales! Por fin, liberación tecnológica, pero sólo si se paga en WBT, por supuesto.
WBT: ¡La altcoin del pueblo, se dispara!
A medida que la noticia del acuerdo se difundió (probablemente a través de canales cifrados de Telegram y tweets reales), el token WBT saltó de 51 dólares a 62,96 dólares, un pico no visto desde la última vez que alguien creyó en los “fundamentos del mercado”. Ahora flota, como un globo desatado, entre 60 y 61 dólares, meciéndose en el viento del sentimiento.
Esto es particularmente impresionante porque, mientras Bitcoin y otras monedas proletarias sufren corrección, confusión y pánico silencioso, WBT ha desafiado la gravedad. A finales de junio subió. De julio a octubre se consolidó. En noviembre, cuando el mercado se convirtió en cenizas, WBT trepó como un revolucionario a un mástil de bandera roja.
Ahora cotiza a 60,62 dólares, un aumento del 9,8 % en la semana y del 20 % en un día, lo que la convierte, según CoinGecko (el oráculo de nuestros tiempos), en la única de las 20 principales criptomonedas con ganancias de dos dígitos. ¡Un verdadero campeón! ¡Un faro! Una gloriosa estrella roja en el cielo nocturno de las altcoins.
Otros, como Zcash y Starknet, los acompañan como burócratas esperanzados, pero WBT lidera el desfile. Actualmente es la decimotercera criptografía más valiosa por capitalización de mercado, lo que, en general, significa poco, pero suena impresionante cuando se dice con seriedad en CNBC.

Y así, camaradas, nos encontramos en otra encrucijada. ¿Es este el amanecer de una nueva era digital? ¿O simplemente otro espectáculo del capital poniéndose la máscara del progreso? Los gráficos suben, los príncipes sonríen, las fichas se multiplican… y, sin embargo, las masas siguen haciendo cola para conseguir pan.
Pero no temas. Porque en palabras de nuestros sabios modernos: “¡A la luna!” 🌕🚀💸
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2025-11-20 10:23