
Ah, noviembre. Un mes para la reflexión melancólica, un escalofriante precursor del inevitable invierno… y, al parecer, para que el mercado criptográfico vuelva a tambalearse al borde de… algo. Después de un octubre bastante decepcionante (incluso se podría decir que fue una broma cruel contra el esperanzado inversor), ahora observamos, con la respiración contenida (y tal vez un toque de temor existencial), para ver si el próximo mes ofrecerá al menos una pizca de redención para Bitcoin y sus hermanos menores. Es un espectáculo, de verdad. Un mercado construido sobre la fe, que ahora lucha por mantener incluso una apariencia de creencia.