
En el Centro de Monedas, un templo de oro digital, denominado “Cryptomom” de las masas-sano antes de la congregación, su mandato en la SEC concluyó como una sinfonía moribunda. Sus palabras goteaban con el néctar de nostalgia agridulce, porque ella había servido su tiempo, pero permaneció en espera de la llegada de su sucesor, un reemplazo tan incierto como el futuro de Defi. Con una sonrisa irónica, reflexionó sobre sus ambiciones posteriores a la SEC: atender las abejas, una metáfora del caos y el fracaso, o ponerse una camiseta y burlarse del absurdo de las acrobacias legales de Gensler. “¡Registremos intercambios usando tela!” Ella bromeó, la risa de la multitud un escudo frágil contra la tormenta de la regulación. 🐝