Como alguien que ha experimentado la emoción de ver a un ser querido sobresalir en el campo elegido, puedo empatizar de todo corazón con Holly Ramsay esta semana. La montaña rusa emocional por la que debe estar pasando después de que Adam Peaty ganara una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de París el domingo es algo que sólo aquellos que han compartido momentos similares pueden realmente entender. La alegría y el orgullo de ver a alguien que te importa alcanzar la grandeza, combinados con la ligera decepción que surge por no ganar el oro, deben ser un sentimiento abrumador. Pero es importante recordar que el éxito no siempre se mide por el color de una medalla; se trata del viaje, el esfuerzo y los recuerdos creados a lo largo del camino. Entonces, espero que Holly encuentre consuelo sabiendo que Adam lo dio todo y trajo a casa una plata para su país, mientras crea un momento que apreciarán para siempre.