Durante varias décadas, la monarquía británica ha sido conocida por su enigmático encanto y atractivo. Los chismes y escándalos ocasionales llegaron a los titulares, pero fue la agitación que rodeó el matrimonio de la princesa Diana con el rey Carlos en la década de 1990 lo que casi puso de rodillas a la institución. Sin embargo, la realeza experimentó un aumento en popularidad cuando el príncipe Harry se casó con Meghan, duquesa de Sussex en 2018. Desafortunadamente, este breve período de prosperidad pronto se desvaneció. La salud de la reina Isabel II comenzó a deteriorarse y, en rápida sucesión, se desarrollaron acontecimientos que sacudirían la monarquía hasta sus cimientos: el príncipe Harry y Meghan abandonaron la familia real, y resurgió la conexión del príncipe Andrés con Jeffrey Epstein, un delincuente sexual convicto.