
Desde el principio, The Vampire Diaries resulta extrañamente familiar, como algo que ya has experimentado antes. La serie comienza con Elena lamentando la pérdida de sus padres en un accidente automovilístico, lo que la hace sentir perdida y sola. Escribe en un diario para afrontar su tristeza y su distanciamiento de los demás. La entrada inicial de su diario, “Querido diario, hoy será diferente”, no suena esperanzadora: parece que está tratando de convencerse a sí misma de que las cosas mejorarán. Es una frase que alguien podría repetir cuando se aferra desesperadamente a recuerdos felices. Existe una conexión sorprendente entre la muerte de sus padres y el accidente casi fatal de Elena, que la lleva a convertirse en vampiro. Ambos eventos implican una difuminación de las líneas entre la vida y la muerte y una sensación de renacer. Incluso la primera aparición de Stefan aumenta este sentimiento inquietante. Se siente atraído por Elena porque parece una mujer de su pasado, Katherine. Sin embargo, es posible que Stefan no sea un vampiro cautivado por un parecido, sino más bien una manifestación de los propios recuerdos de Elena: una repetición de las historias que escuchó sobre el amor y la pérdida. Su conexión con ella podría no ser el destino, sino una proyección psicológica de su propia mente.