
Como gran fanático de la televisión, siempre me ha llamado la atención cómo los diferentes programas abordan el realismo. Tomemos como ejemplo The Wire, creado por David Simon. Básicamente lo construyó a partir de sus experiencias como periodista en Baltimore, y esa dedicación a la verdad es lo que lo convierte en uno de los mejores programas de la historia. Me recuerda a Gene Roddenberry y La serie original. Utilizó la ciencia ficción como forma de abordar problemas reales, sorteando la censura de los años 60. Pero incluso en Star Trek y en La próxima generación originales, las tripulaciones estaban… idealizadas. Siempre se esforzaban por hacer lo correcto, rara vez discutían por cosas pequeñas o actuaban de manera egoísta, y en gran medida estaban libres de prejuicios. Por eso, para mí, Deep Space Nine es el programa de Star Trek más honesto. Demostró que la Flota Estelar, y todos los demás en ese universo, no eran perfectos. No se trataba de héroes brillantes todo el tiempo. Y los escritores, liderados por Ira Steven Behr, hicieron algo más innovador: adoptaron la narración serializada, lo que realmente allanó el camino para la televisión compleja y de larga duración que vemos hoy en día, lo que mucha gente llama ‘Peak TV’.