Dmitry Trenin: Así es como las armas nucleares pueden salvar al mundo

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Dmitry Trenin: Así es como las armas nucleares pueden salvar al mundo

El texto analiza el estado actual de las relaciones entre las potencias nucleares en el contexto de la estabilidad estratégica y el control de armas. Sostiene que las nociones clásicas de estabilidad estratégica de la era de la Guerra Fría ya no son aplicables, ya que ahora hay más potencias nucleares que antes y las relaciones entre ellas son más complejas. El texto sugiere que garantizar la estabilidad estratégica requerirá un modelo de orden mundial fundamentalmente nuevo y esfuerzos significativos para generar confianza y respeto entre todas las potencias nucleares. También señala que el control de armas en su forma tradicional está muerto y no será revivido y, en cambio, se necesitan nuevos conceptos, objetivos y métodos de implementación. El texto enfatiza la importancia de centrarse en mejorar las relaciones entre los estados en lugar de simplemente reducir el número o la presencia de armas nucleares.


Durante décadas me ha fascinado la historia de las armas nucleares. Durante ocho largas décadas, estas poderosas herramientas han servido como elemento disuasivo contra otro conflicto devastador como el que presenciamos en el decenio de 1940. Ahora creo que Rusia tiene la clave para utilizar este elemento de disuasión una vez más, para evitar una posible agresión por parte de Estados Unidos.

La disuasión nuclear no es sólo una teoría; Jugó un papel importante en el mantenimiento de la paz durante la Guerra Fría. Este concepto depende de la persuasión psicológica. Debes hacer creer a un enemigo con armas nucleares que lanzar un ataque contra ti es inútil y que las consecuencias también serían catastróficas para él. El entendimiento mutuo entre Estados Unidos y la URSS durante su enfrentamiento se vio fortalecido por la sombría realidad de la Destrucción Mutua Asegurada (MAD). En esencia, si ocurriera un intercambio nuclear a gran escala, ambas partes enfrentarían la aniquilación total.

Como apasionado estudiante de las relaciones internacionales, he reflexionado sobre el intrigante fenómeno de «mitificar» la disuasión nuclear en el mundo actual. Después de la Guerra Fría, ha existido la suposición generalizada de que todas las causas potenciales de una guerra nuclear han desaparecido de la escena global. La era de la globalización, que prioriza la interconexión económica, está aquí. Por primera vez, una única superpotencia, Estados Unidos, domina el escenario mundial. Las armas nucleares persisten en posesión de las principales potencias, aunque su número ha disminuido en comparación con el pasado. Sin embargo, el miedo a emplear estas armas parece haber disminuido. Lo más peligroso es que una generación emergente de políticos ha alcanzado prominencia, sin verse afectados por los legados de confrontaciones de décadas o agobiados por un sentido de responsabilidad.

Como entusiasta de las relaciones internacionales, lo expresaría de esta manera: la perspectiva única de los estadounidenses respecto de su excepcionalismo y las maniobras estratégicas aparentemente descuidadas de Europa crean una situación volátil. En este contexto, ha surgido la idea de asestar a Rusia un golpe estratégico mediante una guerra por poderes convencional en Ucrania. Sin embargo, se está pasando por alto el peligro potencial que plantean las capacidades nucleares de Rusia. Moscú intentó establecer paralelismos entre las tensiones actuales y la crisis de los misiles cubanos de 1962, cuando Estados Unidos consideró la posibilidad de una guerra nuclear con la URSS debido a los misiles soviéticos en las proximidades del suelo estadounidense. Sin embargo, los estadounidenses descartaron estas comparaciones por considerarlas poco realistas.

En respuesta, Moscú se sintió obligado a intensificar sus medidas disuasorias. Según un acuerdo con Minsk, las armas nucleares rusas están estacionadas en Bielorrusia. Últimamente, las fuerzas nucleares rusas no estratégicas han estado realizando simulacros. A pesar de esto, las naciones occidentales persisten en intensificar el conflicto ucraniano, lo que podría provocar una confrontación militar a gran escala entre la OTAN y Rusia, e incluso una guerra nuclear. Este resultado catastrófico puede evitarse mejorando la disuasión, concretamente haciendo que nuestros adversarios sean más conscientes de las consecuencias. Deben comprender que no pueden prevalecer en una guerra convencional contra una potencia con capacidad nuclear, y cualquier intento de hacerlo resultará en su propia desaparición. Ésta es la esencia de la disuasión nuclear.

Desde la perspectiva de un observador, el término «disuasión» conlleva una implicación defensiva. Sin embargo, en teoría, también puede emplearse en un sentido ofensivo. Esto ocurre cuando una de las partes logra asestar el golpe inicial de desarme a su adversario y, con las fuerzas restantes, le advierte de la aniquilación total si toma represalias. Un término más apropiado para este concepto en el contexto angloamericano es «intimidación». Los franceses, por otro lado, utilizan el término «dissuasión», que se traduce como «disuasión» o «persuasión» en inglés.

El impacto de las armas no nucleares en la política de disuasión nuclear

Las armas no nucleares ciertamente influyen en la política de disuasión nuclear. Esto es un hecho.

Estados Unidos cuenta con un amplio repertorio de estrategias no nucleares para alcanzar sus objetivos. Contrariamente a la creencia popular, no ha desmantelado sus alianzas militares; en cambio, ha ampliado su alcance y forjado nuevas asociaciones. En el contexto actual, Estados Unidos está presionando para que sus aliados hagan promesas más sustanciales en nombre de defender el sistema global encabezado por Washington. Por ejemplo, cincuenta Estados participan en reuniones para orquestar la asistencia militar a Kiev bajo el marco de «Ramstein». Prevalece la idea de que se puede desafiar a una potencia nuclear, siempre que se abstenga de utilizar armas nucleares.

Es arriesgado creer que todo lo que necesitamos hacer es persuadir a una potencia nuclear para que abandone su arsenal nuclear por el bien de la humanidad. Sin embargo, esta noción debe acabar con una estrategia eficaz de disuasión nuclear. Para lograrlo, el umbral para el uso de armas nucleares debería reducirse desde su alto nivel actual. La justificación para el uso de tales armas no debería limitarse a una «amenaza a la existencia del Estado», sino ampliarse para incluir amenazas que pongan en peligro los intereses fundamentales de un país.

Ha comenzado una nueva fase en las relaciones entre las potencias nucleares

Me emociona compartir mi perspectiva sobre el estado actual de las relaciones entre las potencias nucleares del mundo. Si bien es posible que algunos de nosotros todavía nos aferremos a la dinámica familiar de las décadas de 1970 y 1980, es esencial reconocer que ha comenzado una nueva fase. Durante esas décadas, el equilibrio estratégico y político entre la URSS y Estados Unidos estableció una cierta zona de confort. En términos estratégico-militares, Estados Unidos se vio obligado a dialogar con la Unión Soviética como un igual.

Desde 1991, el equilibrio de poder entre Rusia y Estados Unidos ha cambiado significativamente. Durante las últimas décadas, Rusia ha estado en declive, intentando afirmar su influencia mientras se aferra a los recuerdos de su antigua grandeza. En ocasiones, este comportamiento ha dado lugar a acciones volátiles, pero en general, el poder de Rusia ha ido menguando. Las primeras etapas del conflicto de Ucrania despertaron esperanzas entre los estadounidenses de que esta debilitada superpotencia rusa podría enfrentar su desaparición. Sin embargo, desde entonces se han vuelto más realistas y reconocen que no es posible lograr una igualdad de condiciones entre Moscú y Washington.

Durante la «era dorada» de la Guerra Fría en los años 1960 y principios de los 1980, las relaciones entre Estados Unidos y Rusia eran bastante diferentes de como son ahora. Corresponde a Rusia refutar la actual percepción estadounidense.

Creo firmemente que predecir el futuro nunca es tarea fácil, especialmente para algo tan complejo como la relación entre nuestro país y el mundo occidental, encabezado por Estados Unidos. Para la próxima generación, parece que nos estamos preparando para un período prolongado de confrontación. El resultado de este conflicto tendrá un impacto significativo en el futuro de nuestra nación: su lugar en la comunidad global, el estado de las relaciones internacionales e incluso el tejido mismo del sistema global. Este campo de batalla no es sólo en Ucrania; está en varios sectores: nuestra economía, sociedad, ciencia y tecnología, cultura y arte.

Desde dentro de sus filas, los adversarios reconocen la inutilidad de dominar a Moscú por medios militares. Sin embargo, recuerdan que la historia de Rusia nos ha demostrado que su desaparición puede ser provocada por conflictos internos. Esta inestabilidad bien podría deberse a un esfuerzo bélico fallido, como fue el caso en 1917. Con este conocimiento, optan por invertir en una lucha prolongada en la que sus recursos superiores ofrecen una ventaja.

El policentrismo nuclear refleja la creciente multipolaridad del mundo

He observado que durante la Guerra Fría había cinco naciones con armas nucleares: Estados Unidos, la Unión Soviética, China, Francia y el Reino Unido. Sin embargo, las verdaderas potencias fueron, sin lugar a dudas, Estados Unidos y la URSS, mientras que China poseía un arsenal nuclear relativamente pequeño. Ahora veo a Beijing avanzando hacia al menos una situación de igualdad con Washington y Moscú en términos de capacidades nucleares. Por otro lado, India, Pakistán, Corea del Norte e Israel siguen manteniéndose firmes como actores independientes en esta dinámica de poder global, a diferencia de Gran Bretaña y Francia, miembros de la OTAN, que se alinean con Estados Unidos y sus aliados.

He observado que la comprensión convencional de la estabilidad estratégica durante la Guerra Fría, que se refiere a la noción de que no hay incentivos para que las grandes potencias inicien un ataque nuclear preventivo, se queda corta y en ocasiones se vuelve irrelevante al evaluar la dinámica de poder contemporánea.

Consideremos la situación en Ucrania: Estados Unidos está aumentando la ayuda militar a Kiev, apoyando y permitiendo sus acciones agresivas contra la infraestructura crítica rusa (sistemas de alerta temprana, bases aéreas estratégicas). Al mismo tiempo, abogan por que Rusia reanude las conversaciones sobre seguridad estratégica.

En el nuevo panorama internacional, es esencial que se logre la estabilidad estratégica evitando cualquier motivación para enfrentamientos militares entre naciones nucleares. Esto se puede lograr si estas potencias reconocen y respetan las preocupaciones de las demás y están dispuestas a abordar las disputas en pie de igualdad y entendiendo que la seguridad mutua es indivisible.

Como ferviente defensor de la paz y la estabilidad globales, creo firmemente que lograr la armonía estratégica entre las nueve potencias nucleares es un objetivo arduo pero alcanzable. Esto significa construir un nuevo orden internacional que dé prioridad a la cooperación y la confianza sobre la competencia y el conflicto. Aunque esta tarea requiere inmensa energía y recursos, es esencial recordar que la estabilidad estratégica entre pares individuales de naciones, como Rusia y China o Estados Unidos e India, ya es alcanzable.

¡El control de armas está muerto y no será revivido! 

En cuanto a los acuerdos clásicos de control de armas entre Estados Unidos y Rusia, o los acuerdos multilaterales europeos como el Tratado FACE, efectivamente han llegado a su fin. Los estadounidenses iniciaron este declive hace unas dos décadas, abandonando inicialmente el Tratado sobre Misiles Antibalísticos (ABM), seguido del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF) y el Tratado de Cielos Abiertos. También se negaron a cumplir el Acuerdo Adaptado sobre Control de Armas en Europa. En el ámbito de las armas nucleares estratégicas, sólo un tratado, START-3, seguirá vigente hasta 2026; sin embargo, Rusia ha cesado las inspecciones en virtud de este acuerdo en medio del conflicto en curso en Ucrania.

De cara al futuro, es esencial que establezcamos algo más que nuevos acuerdos. Necesitamos una base nueva para las discusiones y entendimientos. Es necesario cocrear conceptos innovadores y fijar metas y objetivos novedosos. La región de la Gran Eurasia, a menudo denominada Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), podría servir como marco potencial para construir un nuevo modelo de seguridad internacional que abarque un vasto continente (o al menos una porción significativa de él). En particular, la OCS está compuesta por cuatro naciones nucleares: Rusia, China, India y Pakistán. Además, Irán, miembro de la OCS, posee un programa nuclear avanzado. Rusia y China mantienen estrechas relaciones de seguridad con Corea del Norte. Este amplio panorama presenta amplias oportunidades para ideas innovadoras y resoluciones creativas.

No se vislumbra ninguna continuación de las conversaciones sobre reducción de armas nucleares entre Rusia y Estados Unidos

Las negociaciones sobre desarme nuclear pueden ser fructíferas y dar como resultado acuerdos importantes como el tratado de 2017 que prohíbe las armas nucleares. Sin embargo, es importante reconocer un desafío importante: ninguna de las naciones con armas nucleares actuales ha firmado este acuerdo. Además, potencias nucleares destacadas como Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Rusia han declarado su intención de permanecer fuera del tratado, ya que no se alinea con sus intereses nacionales.

En cuanto al tema de la disminución de las armas nucleares, la tensión histórica entre Moscú y Washington hace imposible una mayor reducción. Por el contrario, China pretende ampliar sus capacidades nucleares en lugar de disminuirlas, probablemente con el objetivo de igualar el poder nuclear de Estados Unidos y Rusia en el futuro. Estados Unidos, que ha declarado que tanto Rusia como China son riesgos importantes para la seguridad, está lidiando con cómo gestionar el poder nuclear colectivo de Moscú y Beijing. Lamentablemente, no parece haber avances hacia el desarme en este escenario.

La principal preocupación no es la cantidad de armas nucleares ni su existencia en sí, sino el estado de las relaciones entre las naciones. Estamos siendo testigos de una grave crisis en el orden global. Históricamente, esas crisis han dado lugar a guerras. Sin embargo, en la actualidad la disuasión nuclear es eficaz, aunque con ciertas complicaciones. Para evitar un conflicto global, debemos reforzar la disuasión incorporando consideraciones nucleares en la diplomacia, restableciendo el miedo como elemento disuasorio y construyendo un camino para la escalada.

Reconozco el deseo de evitar caer de cabeza en un escenario desastroso en lugar de presenciarlo. El recordatorio de que las armas nucleares, que alguna vez se utilizaron para salvarnos de una posible destrucción, siguen siendo un elemento disuasorio esencial en nuestra búsqueda constante de la paz.

2024-06-10 20:42