¿El despertar de las ballenas dormidas de Ethereum? 🐋🌊

En el ocaso de este año tumultuoso, los habitantes del reino del Ether, que habían permanecido en silencio durante mucho tiempo, se han agitado, como si el repique de los máximos del mercado los hubiera despertado de una siesta de una década. Estos poseedores de la “era ICO”, alguna vez tan inactivos como los antiguos pergaminos de la Biblioteca de Alejandría, ahora se encuentran despertados por el embriagador aroma del valor (unos 78 millones de dólares, nada menos) inducidos a ponerse en movimiento por fuerzas tanto crípticas como caprichosas.

Septiembre, un mes de actividad profunda y tal vez portentosa, fue testigo de dos temblores sísmicos en el libro mayor del oro: el primero el día 6, cuando la edad consumía métrica (una medida no muy distinta del diario de un avaro sobre el paso de la riqueza a través del tiempo) aumentó a la asombrosa cifra de 502 millones, y el segundo al final del año, donde se disparó a 603 millones. Uno podría imaginar que los propios cielos parpadearían sorprendidos ante tales cifras, salvo por el hecho de que los elevados 804 millones de julio todavía parecen un patriarca predeciblemente engreído.

Entre estos Pinochos modernos que transforman monedas antiguas en fichas de oro, una ballena que recibió 20.000 Ether (una suma principesca en 2014, si contamos los regalos de cumpleaños en Bitcoin) ejecutó recientemente una maniobra tan audaz que podría rivalizar con el golpe parlamentario de un visir persa. Ocho años de sombría inactividad culminaron con una transferencia de 1.500 tokens a Kraken, una simple cucharadita de su tesoro. Uno podría preguntarse: “¿Qué pasa con los 18.500 restantes?” Tal vez estén esperando el próximo cenit del mercado, o tal vez se estén guardando como un fondo de emergencia para un club de campo particularmente lujoso con el tema blockchain.

Conozca a otros dos OG de la era ICO (dioses originales, se supone), cuyas acciones se leen como un dúo de borrachos en una subasta de Sotheby’s. Uno de ellos, un visionario de múltiples billeteras que una vez vagó por la estepa de Ethereum con tres reservas separadas por un total de un millón de Ether, recientemente movió 150.000 tokens a una dirección de apuesta. Gastaron 310.000 dólares en 2014; para 2025, sus ahorros se habían disparado a 3.900 millones de dólares. Una hazaña que haría llorar al propio Dostoievski y tal vez aceptar el atractivo de la prueba de participación.

El acto final del mes, sin embargo, pertenece a un alma humilde que se movió por primera vez en una década, enviando 0,001 Ether a Kraken en lo que sólo puede describirse como un guiño digital a los dioses. Su reserva de 158 Ether, un gasto de apenas 49 dólares en 2014, ahora existe en un reino de despiadado absurdo donde tales sumas se miden en unidades pre-decimalizadas. Casi se puede escuchar el eco distante de los primeros jugadores de Sands of Time en 2001, instando frenéticamente: “¡MINT PICO-SANDS, MORTAL!”

2025-10-30 06:35