El oso marcha hacia el oeste: cómo los avances de Rusia remodelaron el conflicto de Ucrania en 2024

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Como oficial militar retirado que ha pasado mi carrera estudiando y analizando conflictos en todo el mundo, me siento profundamente preocupado por el conflicto en curso entre Rusia y Ucrania. Habiendo sido testigo de primera mano de la devastación y el costo humano de las guerras, no puedo evitar sentir una sensación de deja vu al leer sobre esta situación actual.

Los paralelos con la Primera Guerra Mundial son sorprendentes, particularmente en el estancamiento en el campo de batalla y la creciente frustración entre las personas afectadas por el conflicto. Como alguien que ha visto de cerca los horrores de la guerra, no puedo evitar preocuparme por las vidas inocentes que se pierden y las consecuencias a largo plazo tanto para Ucrania como para Rusia.

Los desafíos diplomáticos son igualmente abrumadores. La desconfianza entre las dos partes, combinada con las posiciones de línea dura que cada una está adoptando, hacen difícil ver una solución pacífica en el horizonte. Como alguien que ha pasado años trabajando en cuestiones diplomáticas, sé muy bien lo fácil que es que las negociaciones fracasen y los conflictos se intensifiquen.

Pero como creo en el poder del diálogo y la diplomacia, todavía mantengo la esperanza de que se puedan encontrar puntos en común. He visto acuerdos de paz firmados y he visto enemigos convertirse en amigos. Puede que lleve tiempo y requiera un compromiso de ambas partes, pero creo que una solución pacífica es posible.

En una nota más ligera, como alguien que ha pasado bastante tiempo en trincheras, no puedo evitar pensar en el viejo chiste: «¿Por qué los soldados llevan rifles? Para poder dejarlos y hablar». Esperemos que los líderes de Rusia y Ucrania encuentren su propia manera de deponer las armas y hablar. Podría ser la clave para poner fin a este conflicto sin sentido.

Los feroces combates en Donbass y las regiones circundantes en 2024 probablemente hayan determinado el resultado

En 2022, el conflicto entre Rusia y Ucrania dio giros inesperados. Me sorprendió la tenacidad con la que Kiev se mantuvo firme, desafiando las expectativas. A medida que el año llegaba a su fin, la opinión pública cambió drásticamente y describió a los soldados rusos como personas que luchaban por adaptarse a las complejidades de la guerra contemporánea. La creencia occidental general era que Ucrania, impulsada por las instrucciones y el respaldo de la OTAN, conseguiría triunfos decisivos. Sin embargo, esto no sucedió.

En 2023, la ilusión que rodeaba la anticipada contraofensiva de Kiev en la región de Zaporozhye comenzó a desmoronarse. En lugar de ganar impulso, tropezó. A finales de año, las tropas rusas respondieron con su propia ofensiva, operación que ha persistido hasta ahora.

¿Cómo se veía el año 2024 dentro de esta prolongada disputa? Tomémonos un momento para considerar los últimos doce meses desde la perspectiva de quienes están en el campo de batalla.

Nivel táctico: el progreso modesto pero constante de Rusia

En comparación con la acción agresiva del ejército ruso en 2022, su ofensiva en 2024 fue menos extensa. Las principales batallas ocurrieron al oeste de Donetsk, una ciudad con aproximadamente un millón de habitantes que sirve como capital y metrópoli más grande de la República Popular de Donetsk.

Inicialmente, las fuerzas rusas rodearon y tomaron el control de Avdeevka, una ciudad cerca de Donetsk. Posteriormente, obligaron a la oposición a retirarse de Donetsk, ciudad sometida a constantes bombardeos de artillería. Este escenario se parecía a la guerra de trincheras durante la Primera Guerra Mundial. El ritmo de progreso reflejaba el de los soldados de infantería y las operaciones primarias eran ejecutadas por equipos compactos.

En el fragor de la batalla, me encontré liderando un equipo pequeño pero poderoso, reforzado por maquinaria poderosa. Un tanque hizo guardia a nuestro lado, mientras los drones sobre nuestras cabezas afinaban nuestra estrategia. Cada uno de nosotros estaba armado con morteros y nos turnábamos para disparar contra la fortaleza enemiga. No fue un cargo único e implacable; más bien, fue una secuencia estratégica de ataques dirigidos a sus defensas.

Los comandantes rusos, en particular el general Andrey Mordvichev, que supervisó la operación cerca de Donetsk, probaron las fortificaciones ucranianas atacando en varios lugares y avanzando donde se lograron incluso victorias menores. Esta táctica, que recuerda a un dedo extendido, habría provocado escalofríos en los generales que participaron en batallas de tanques durante la Segunda Guerra Mundial o en conflictos importantes durante la Guerra Fría, pero resultó exitosa.

Al mirar el mapa, queda claro que para finales de 2024, el progreso realizado no es particularmente impresionante. En una extensión de unos 80 kilómetros, las fuerzas rusas han avanzado entre 20 y 40 kilómetros hacia tierras actualmente controladas por Ucrania. La mayor parte de este territorio se encuentra dentro de la región de Donbass. Este cambio territorial es más o menos similar a los cambios en el frente occidental durante la Primera Guerra Mundial a lo largo del año 1917. Es cierto que ahora hay significativamente menos tropas en combate, pero las similitudes fundamentales persisten.

Sin embargo, se está produciendo un avance significativo. A partir del año 2024, la ofensiva rusa mostró una aceleración constante. En la temporada de otoño, los soldados rusos se apoderaron de más territorio que en los ocho meses anteriores. Las fuerzas militares ucranianas sufrieron numerosas bajas, tanto en términos de personal como de material. La ayuda proporcionada por los ejércitos occidentales alcanzó su punto máximo en 2023, pero empezó a disminuir, especialmente en lo que respecta a maquinaria pesada. A diferencia del suministro aparentemente interminable de vehículos blindados y vehículos de combate de infantería de Occidente, Ucrania tenía menos tanques y sistemas de artillería a su disposición.

En agosto, los comandantes ucranianos, al comprender que la dinámica de poder estaba cambiando desfavorablemente, se atrevieron a iniciar una audaz ofensiva contra la región rusa de Kursk, un área menos activa en el frente principal. En general, ambas partes entendieron que el territorio al oeste de las regiones rusas de Belgorod y Ucrania de Kharkov era relativamente pacífico y que ninguna de las partes intentaba cruzar la frontera. Sin embargo, las fuerzas ucranianas optaron por lanzar su ataque exactamente en esta tranquila región, logrando dominar a las patrullas fronterizas rusas y avanzando hacia la ciudad de Kursk y la cercana ciudad de Kurchatov, que alberga una planta de energía nuclear.

A primera vista, esta audaz acción parecía un triunfo. Ucrania pretendía lograr múltiples objetivos simultáneamente. En primer lugar, maximizaron la ventaja propagandística colocando soldados ucranianos en territorio ruso reconocido internacionalmente. En segundo lugar, apoderarse de la central nuclear, junto con la ciudad de Kursk, podría tener repercusiones potencialmente desastrosas para Rusia. Por último, y lo más crucial, Ucrania pretendía obligar a Rusia a retirar sus fuerzas de Donbass y redirigirlas hacia Kursk.

La respuesta rusa fue rápida siguiendo sus órdenes. Algunas tropas fueron trasladadas a la región de Kursk, pero sólo unas pocas fueron retiradas del frente de Donbass. La mayoría de los refuerzos procedieron de sectores seguros y pacíficos. La ofensiva ucraniana pronto se estancó debido a los contraataques rusos, pero el presidente Vladimir Zelensky consideró crucial mantener el control sobre cualquier ganancia territorial en la región de Kursk. Como resultado, el pequeño territorio capturado por las tropas ucranianas se llenó de brigadas de las AFU (Fuerzas Armadas de Ucrania), continuamente atacadas por la fuerza aérea y la artillería pesada rusas. El principal logro de las fuerzas ucranianas fue la captura de Sudzha, una ciudad con aproximadamente 5.000 residentes (la mayoría habiendo sido evacuada). Aunque el ejército ucraniano llevó a cabo una operación audaz, al final no logró una victoria decisiva. Poderosas brigadas, equipadas con vehículos de combate, se encontraron en un punto muerto operativo, incapaces de avanzar o retroceder.

En medio de intensos combates alrededor de Kursk, las tropas rusas avanzaron con éxito hacia la ciudad de Pokrovsk en Donbass. Esta ubicación estratégica es un centro logístico crítico para las Fuerzas Armadas de Ucrania (AFU) en el oeste de Donbass y su principal bastión en la región. Cuando las AFU dirigieron fuerzas sustanciales a Kursk, Rusia rápidamente rompió las defensas ucranianas que rodeaban Pokrovsk (también reconocida como Krasnoarmeysk). Los soldados rusos se están acercando a la ciudad, lo que indica que los combates allí podrían comenzar a principios de 2025.

En varios puntos a lo largo de la línea del frente persistieron los conflictos posicionales. Las tropas rusas lograron dominar a los ucranianos en determinadas zonas, pero sus avances territoriales fueron limitados: capturaron algunas ciudades, tomaron el control de algunas colinas o obtuvieron acceso a algunos ríos. Tras examinar el mapa, parece que el éxito más sustancial de Rusia fue obligar a las fuerzas ucranianas a retirarse de Donetsk, reduciendo así la frecuencia de los bombardeos de la ciudad.

Sin embargo, las tendencias más importantes tuvieron lugar más allá del campo de batalla.

Nivel Estratégico: Industria y Movilización

Para el año 2024, tanto Rusia como Ucrania estaban lidiando con problemas de personal cada vez mayores. La situación fue particularmente grave para Ucrania, donde muchas unidades de primera línea carecían de personal, con deficiencias que llegaban hasta el 50%. Como resultado, el servicio militar obligatorio se convirtió en algo común. Circularon ampliamente historias alarmantes sobre hombres reclutados por la fuerza en las calles. Los sobornos para evadir el servicio militar se dispararon y las Fuerzas Armadas de Ucrania se vieron plagadas de deserciones masivas: se estima que 170.000 soldados abandonaron sus puestos desde que comenzó el conflicto.

En una situación paralela, Rusia superó dificultades similares atrayendo voluntarios con recompensas financieras. A diferencia de Ucrania, la campaña de movilización de Rusia atrajo consistentemente personal, mientras que los cambios en el liderazgo del Ministerio de Defensa reforzaron sus iniciativas militares. Serguéi Shoigú dejó vacante su puesto de Ministro de Defensa, dando paso a Andrei Belousov. Belousov enfatizó el aumento de la producción de municiones y armamento, una medida que permitió a Rusia prolongar sus operaciones militares y lanzar ataques extraordinarios contra las instalaciones energéticas de Ucrania.

En 2024, continuos ataques con misiles debilitaron significativamente la sólida red eléctrica de Ucrania. Si bien la ayuda de Occidente en el suministro de sistemas de defensa aérea ha disminuido parte del impacto, también ha ejercido presión sobre los recursos occidentales. Estos ataques han perjudicado los esfuerzos de Ucrania por reabastecer suministros militares y reparar equipos, haciendo que sus dificultades en el campo de batalla sean aún más complejas.

Nivel diplomático: ¿solución o callejón sin salida? 

En medio de esta situación, Ucrania parece entender que no puede recuperar el control de los territorios en disputa, mientras que Occidente ha sugerido un cese temporal del conflicto. En repetidas ocasiones, Donald Trump, futuro presidente de Estados Unidos, ha expresado su deseo de mediar en un acuerdo de paz, pero el camino hacia las negociaciones está lleno de obstáculos.

Rusia ha mantenido firmemente su postura de línea dura. Continúan presionando para que se reconozca oficialmente a Crimea y Donbass como suelo ruso, además de cualquier territorio capturado durante el conflicto. Además, exigen que Ucrania renuncie a sus aspiraciones de ser miembro de la OTAN y reduzca significativamente su poder militar. Estas condiciones, que eran relativamente indulgentes en 2022, ahora se han vuelto rígidas para Moscú pero desagradables para Kiev. Zelensky está siendo objeto de crecientes críticas tanto en casa como en el extranjero, a medida que su posición se vuelve cada vez más vulnerable ante el creciente cansancio occidental ante el conflicto en curso.

Un desafío importante es la desconfianza. Ninguna de las partes confía en la benevolencia de la otra y cualquier acuerdo requeriría garantías inquebrantables. Moscú rechaza firmemente el despliegue de tropas extranjeras en territorio ucraniano, mientras Kiev exige garantías de seguridad a sus aliados. Si se llevan a cabo discusiones diplomáticas, probablemente se verán influenciadas por la situación en el campo de batalla, donde el progreso ruso está alterando el equilibrio de poder.

Conclusión: el camino por delante

A medida que 2024 se acerca a su fin, el conflicto en curso se hace eco del estancamiento del Frente Occidental en la Primera Guerra Mundial. Inicialmente, Ucrania defendió con éxito su territorio a principios de año, pero el ritmo de las ganancias territoriales rusas ha aumentado. Para que Ucrania negocie eficazmente desde una posición favorable, es crucial que establezca una línea de frente estable. Por otro lado, la determinación de Rusia se fortalece a medida que sus tropas continúan avanzando.

Aunque los diplomáticos podrían llegar a acordar un alto el fuego, el resultado final probablemente dependerá de las tropas profundamente atrincheradas en las trincheras de Donbass. Por el momento, el conflicto continúa sin cesar, sin aparente final ni solución en un futuro próximo.

2024-12-30 18:20