Fiasco AML de Coinbase: 24,7 millones de multa y multa Golpes políticos 🤡💸

En el vasto y a menudo absurdo teatro del comercio moderno, el Banco Central de Irlanda ha emitido su veredicto sobre Coinbase, un libro de transacciones digital que ahora tiene una multa de 24,75 millones de dólares (21.464.734 euros). Esta suma, una mera nimiedad en el gran tapiz de la locura humana, surge de la incapacidad de la bolsa de monitorear las obligaciones contra el lavado de dinero entre 2021 y 2025, un período marcado por transacciones tan numerosas que podrían rivalizar con las arenas del Sahara, pero tan mal observadas que bien podrían haber sido escritas con tinta invisible.

El descenso de Coinbase Europa al caos regulatorio

Un jueves que probablemente sólo será recordado en los anales de los departamentos de cumplimiento, el Banco Central de Irlanda dio a conocer su primera medida coercitiva contra el sector criptográfico. Coinbase Europe Limited, la sucursal europea de este titán digital, no cumplió con sus deberes de lucha contra el lavado de dinero durante cuatro años de caos. El anuncio del regulador rezumaba la solemnidad de un funeral por el sentido común, como si lamentara la muerte de la diligencia misma.

El acuerdo, alcanzado el 5 de noviembre de 2025, redujo la multa original de 35,3 millones de dólares (30,6 millones de euros) en un 30%, un descuento que huele levemente a desesperación, como si el banco hubiera susurrado: “Toma esto y pretendamos que ambos hemos aprendido algo”.

Coinbase Europe, en un momento de rara franqueza, admitió sus “infracciones prescritas” y aceptó los hechos descritos en el Aviso de conciliación. Las sanciones, a la espera de la confirmación del Tribunal Superior, pronto entrarán en vigor, como una guillotina para los incautos.

¿El quid de la cuestión? Un sistema de seguimiento de transacciones tan mal configurado que no logró rastrear más de 30 millones de transacciones, una suma tan asombrosa que podría llenar el Gran Cañón de euros. Estas transacciones no supervisadas, valoradas en 176 mil millones de euros, constituyeron el 31% de la actividad de Coinbase Europa durante el período, una estadística que haría llorar incluso al burócrata más hastiado.

Como proveedor de servicios de activos virtuales (VASP) registrado, Coinbase estaba obligado a informar transacciones sospechosas a la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF). Sin embargo, se necesitaron casi tres años para completar el seguimiento de estos 30 millones de transacciones, un retraso que sugiere una profunda falta de urgencia o una desconcertada indiferencia hacia el estado de derecho.

Los 2.708 informes de transacciones sospechosas (ROS) resultantes fueron, en palabras del Banco Central, “sospechas de actividades delictivas graves”. Uno se imagina a los analistas de la UIF leyendo estos informes con el mismo entusiasmo que reservarían para una auditoría fiscal.

Colm Kincaid, vicegobernador de Protección del Consumidor e Inversores, pronunció un discurso que podría haber sido sacado de una novela del siglo XIX: “Para combatir los delitos financieros, las instituciones deben monitorear las transacciones y reportar sospechas. No hacerlo es una invitación a los delincuentes, quienes, como siempre, están ansiosos por explotar las debilidades”. Un sentimiento tan atemporal como trágicamente predecible.

Coinbase: la “fábrica de corrupción” en el punto de mira

La semana pasada, Coinbase enfrentó otra tempestad, esta vez en Estados Unidos. El senador Chris Murphy acusó al intercambio de ayudar a la “fábrica de corrupción” de Trump, una afirmación que apesta a teatro político pero que de alguna manera encaja con la época. Según Bitcoinist, el senador alegó que las donaciones de Coinbase a la campaña de Trump eran un quid pro quo para retirar la demanda de la SEC, una teoría que haría sonrojar a Shakespeare.

El equipo legal de Coinbase, sin embargo, respondió con el vigor de un hombre que defiende su honor en un duelo. Paul Grewal y Faryar Shirzad desestimaron las afirmaciones por considerarlas “mal informadas”, Shirzad acusó a la SEC de “intimidación” y Grewal declaró que las acciones de la administración anterior eran “corruptas”. Uno se pregunta si estos caballeros alguna vez duermen, o si simplemente existen en un perpetuo estado de litigio.

Coinbase, siempre a la contra, también ha criticado las políticas criptográficas de la administración Biden, solicitando documentos de la FOIA para examinar el gasto de la SEC. Un movimiento audaz, tal vez, pero que huele levemente a desvío, como tratar de ahogar una alarma de incendio con un solo de kazoo.

Y así continúa la saga: una historia de oro digital, ira regulatoria y la eterna lucha entre innovación y supervisión. Al final, quizás el único verdadero vencedor sea el café que mantiene despiertos a los reguladores para imponer estas multas. ☕💼

2025-11-07 08:20