Las gloriosas ganancias del oro: una balada sobre lingotes 🏋️♂️💸

  • A la sombra de la depreciación de las monedas, el oro se erige como una reliquia y una rebelión: se compran alimentos con estilo majestuoso pero cediendo al costo de una camioneta o un ático en Manhattan. ¿Valuación? Un acertijo envuelto en una canasta.
  • Hambro, con la solemnidad de un hombre que ha visto demasiadas hojas de cálculo, declaró: “El impulso es el marinero borracho de los mercados; la tendencia es tu amiga, si tu amigo es un tren desbocado”. ¿El ascenso del oro? Un susurro de “podría ir más alto” desde la cripta de la lógica.
  • Observó que los márgenes de los mineros brillan como monedas sin pulir. Sin embargo, los analistas se aferran a barajas de precios obsoletas como los soviéticos a planes quinquenales. ¿Ganancias sorpresa? Un “viaje volátil”, advirtió, como advirtiendo contra las trampas para osos en un campo minado de esperanza.

Evy Hambro de BlackRock, un escriba moderno del patrón oro, reformuló la vieja pregunta: ¿Está el oro sobrevalorado? ¿Por qué preguntar cuándo puedes medir? En una entrevista con Bloomberg, proclamó que el oro ahora compra más hogazas de pan que antes, pero menos F-150 o condominios en Park Avenue. Así, la valoración es un baile entre cestas: una de comida humilde, otra de lujo. ¿Demasiado caro? Sólo si tu cesta está curada por un comunista.

El ascenso del oro, argumentó, es parte de un “ajuste macro” más amplio: un ajuste de cuentas social en el que el papel moneda, ese frágil pergamino de confianza, se enfrenta al peso frío e inquebrantable de los activos reales. “La tendencia es tu amiga”, entonó, como si citara a un profeta de la volatilidad. Si los inversores siguen intercambiando dólares por onzas, el oro aún podría ascender a alturas que hagan que la luna parezca un mercado de pulgas.

Esta paradoja del poder adquisitivo explica la esquizofrenia del mercado: precios récord coexisten con apuestas alcistas. El oro, reflexionó Hambro, conserva su influencia para el pan de cada día mientras flaquea en sueños de gran valor. ¿Una sola métrica? Una tarea tonta, similar a juzgar una sinfonía por su nota más aguda.

Para los entusiastas de las criptomonedas, la historia del oro es un espejo del dogma de oferta fija de Bitcoin. Ambos luchan contra la inflación, pero uno es una reliquia reluciente y el otro un fantasma digital. Diferentes caminos, mismo destino, o eso afirman los alquimistas.

Sobre los mineros, Hambro no ofreció ningún veredicto explícito, pero insinuó márgenes lo suficientemente amplios como para satisfacer a un cosaco. Los analistas, señaló, todavía modelan los precios del oro como si estuvieran redactando una carta a la KGB: cautelosos y retrospectivos. Si la realidad supera sus proyecciones, las ganancias pueden sorprender, aunque la volatilidad, esa vieja compañera, persistirá como una resaca.

El oro y la plata, distinguió, son tan diferentes como Stalin y Stalin. Los vínculos industriales de la plata (paneles solares, baterías) la convierten en un servidor del progreso, mientras que el oro sigue siendo un monarca de la desconfianza. ¿Tensiones en el mercado de arrendamiento? Una lucha por el suministro físico, no una señal de desalineación, bromeó, como si los mercados fueran sólo un juego de sillas musicales.

En el momento de esta edición, el oro cotizaba a 4.202,60 dólares, un aumento del 59,95% en lo que va del año, mientras que Bitcoin, ese criptocamaleón, rondaba los 113.042 dólares, una ganancia del 20%. Juntos forman un dúo desafiante, aunque uno canta en bares y el otro en blockchain. 🌟

2025-10-15 14:28