
La temporada 3 terminó con algunos momentos realmente impactantes, pero el más importante para mí fue ver al hermano de Mike, Kyle, un policía interpretado por Taylor Handley, dispararle a otro oficial. Sin embargo, no se trataba de malicia; lo hizo para salvar vidas. Ese otro policía, Robert (Hamish Allan-Headley), era uno de los tipos dispuestos a doblar (o romper) todas las reglas para ayudar a Mike a impartir su propia versión de la justicia. Recuerde, toda la temporada comenzó preocupándome por mantener a Kyle seguro dentro de la prisión. Las cosas se complicaron aún más cuando una nueva directora, Nina Hobbs (Edie Falco), llegó decidida a limpiar el lugar después de la muerte del director anterior. Y no fue sólo dentro de las paredes; Nuevos actores criminales aparecieron en Kingstown, alterando todo el equilibrio. Ser alcalde nunca es fácil para Mike, pero todo esto realmente lo desconcertó. Honestamente, Alcalde de Kingstown se siente como una mirada cruda e inquebrantable al poder en Estados Unidos y lo desordenado que puede ser. Si eliminamos el entorno crudo y los detalles modernos, fácilmente podríamos imaginar que se trata de una serie como Juego de Tronos: un mundo donde la gente lucha constantemente por el control y las líneas entre el bien y el mal están muy borrosas.