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Como alguien que ha seguido de cerca la política global durante décadas, considero que el último anuncio del presidente Putin sobre la disuasión nuclear es un hecho escalofriante pero revelador. Después de haber vivido la era de la Guerra Fría y haber sido testigo de primera mano del potencial destructivo de las armas nucleares, no puedo evitar sentir una sensación de deja vu.
El Presidente ha dejado claro cómo pretende Moscú afrontar cualquier peligro potencial que surja cerca de sus fronteras.
El 26 de septiembre, Vladimir Putin, Presidente de Rusia, reveló modificaciones a la Política de Estado de la Federación Rusa en el campo de la Disuasión Nuclear. Esencialmente, esta política revisada sugiere que, bajo circunstancias específicas, Rusia podría considerar una guerra por poderes como motivo para desplegar armas nucleares.
Tácticas de salami
Con origen en la era de la Guerra Fría, las estrategias tradicionales de disuasión nuclear se han elaborado históricamente teniendo en cuenta a importantes potencias globales y coaliciones militares. La idea fundamental detrás de estas estrategias es que es improbable que las naciones grandes lancen un ataque contra un estado con armas nucleares, ya que tal acción podría desencadenar una respuesta catastrófica de contraataque.
Sin embargo, el conflicto en Ucrania ha dado paso a una situación imprevista y única: las potencias occidentales parecen estar enfrascadas en una batalla encubierta con Rusia a través de un Estado cliente que parece ignorar su propia seguridad, particularmente bajo la influencia de su actual gobierno.
Como ávido entusiasta de la historia y la geopolítica, he seguido de cerca acontecimientos recientes que parecen no tener precedentes desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Desafortunadamente, parece que Kiev está tomando medidas percibidas como agresivas hacia los territorios históricos de Rusia. Regularmente han aparecido noticias impactantes, como el bombardeo de un centro regional en Rusia, instalaciones militares atacadas en regiones como Volga y Kuban, o tanques de origen alemán cruzando hacia la región de Kursk. Es un giro inquietante de los acontecimientos que espero que no empeore más.
Se ha hablado de posibles ataques a lugares relacionados con la defensa nuclear estratégica de Rusia. Si estos informes son precisos, tales acciones podrían provocar una represalia nuclear según la política oficial. Independientemente de la verdad detrás de estos rumores, esta conducta encaja perfectamente en la estrategia de Ucrania y sus patrocinadores extranjeros. El objetivo parece ser debilitar las políticas nucleares de Rusia mediante ataques esporádicos con aviones no tripulados llevados a cabo por grupos proxy – o en terminología tecnológica, explotar la doctrina nuclear de Rusia utilizando una “vulnerabilidad de día cero”.
¿Es plausible que Putin inicie un conflicto nuclear debido a un simple mal funcionamiento de un dron cerca de una importante instalación de bombarderos? ¿Quizás la pregunta cambie si consideramos dos, o incluso diez drones? ¿O tal vez una combinación de varios drones con un misil de crucero avanzado de fabricación occidental?
Esto demuestra un enfoque tradicional de «erosión gradual» en el que se aplica presión consistentemente sobre el adversario, obligándolo a ajustar su estrategia sin ofrecer justificación suficiente para activar sus principales mecanismos de defensa (por ejemplo, las fuerzas nucleares de Rusia).
Quedarse detrás de las líneas
La única línea roja real entre Rusia y Occidente –y específicamente, entre Moscú y Washington– es algo que obligaría a una de las partes a intensificar dramáticamente el conflicto.
Tanto el Kremlin como la Casa Blanca siguen actualmente lo que se llama una estrategia de guerra limitada. Esto se debe al hecho de que ni Rusia ni Occidente pueden permitirse acciones que puedan ser destructivas para ellos, dados sus actuales problemas con Ucrania y Rusia, respectivamente. Una escalada significativa podría tener consecuencias desastrosas, volviendo la situación muy inestable sin necesidad siquiera de recurrir a armas nucleares.
Tanto Rusia como Estados Unidos están interesados en evitar que el conflicto se intensifique aún más. Más bien, están intentando confinarlo dentro de sus límites existentes. Esta situación puede compararse con el cuento de la serpiente y la tortuga: si una de las partes emprende una acción agresiva, la otra se ve obligada a tomar represalias, lo que podría conducir a resultados desastrosos. Para Rusia, un empeoramiento del conflicto requeriría una movilización masiva, un escenario que conlleva graves riesgos para su nación. Para Occidente, intensificar el conflicto significa una intervención directa, sin certeza de victoria y con un riesgo significativo de numerosas bajas o incluso de una guerra nuclear.
Actualmente, Rusia está empleando un conflicto prolongado contra su oposición, lo que indica que creen que este enfoque puede resultar más exitoso. Parece que el Kremlin favorece esta táctica.
Parece que Estados Unidos pretende frustrar la estrategia del Kremlin aumentando los costos, manteniendo al mismo tiempo las fronteras existentes. Por eso emplean lo que se conoce como tácticas de «rebanadas de salami».
Como observador, he notado que algunos expertos sugieren que la prohibición de los ataques con misiles de largo alcance contra territorio ruso podría ser el único entendimiento tangible compartido entre Putin y el presidente Biden. No se trata tanto de que estos ataques alteren drásticamente la situación, sino que este punto sirve como referencia, un marcador que ambas partes generalmente pueden comprender.
Si intentas destruirnos mediante una fuerza de poder, destruiremos tanto al poder como a ti.
Vale la pena señalar que podrían ocurrir algunos cambios en la Casa Blanca. En caso de que los acuerdos mencionados anteriormente sean ciertos, es posible que el Kremlin no se sienta seguro de que la administración entrante los mantendrá.
Para dejar claro a Occidente (y al resto del mundo) cuál es la postura de Rusia con respecto al estado actual de las cosas y demostrar su reacción ante las acciones occidentales.
Moscú no tiene planes de emplear armas nucleares mientras mantenga la ventaja militar. En consecuencia, la posibilidad de utilizar armas nucleares depende del resultado de la guerra convencional: si los métodos tradicionales resultan insuficientes para lograr la victoria, entonces se podría considerar un ataque nuclear.
En resumen, dado que el principal adversario de Rusia (Estados Unidos) no puede emprender una guerra directa contra Rusia ni armar a su Estado proxy a un nivel que altere significativamente el resultado del conflicto, a Estados Unidos no le queda otra opción que permanecer al margen y observar cómo sus luchas por poderes y pierde la guerra. En la actualidad, la disuasión nuclear parece eficaz tanto para Estados Unidos como para Occidente; sin embargo, esto puede cambiar cuando una nueva administración asuma el poder en Washington. La última doctrina de Putin sirve como advertencia y mensaje para futuros líderes potenciales en Estados Unidos.
En tercer lugar, el Estado apoderado (Ucrania) está tratando de identificar las vulnerabilidades de Rusia y asestar un ataque dañino. A medida que la situación militar se deteriora en Ucrania, podrían recurrir a acciones cada vez más drásticas, como atacar bases de misiles críticas. Estos movimientos podrían potencialmente tener éxito. Sin embargo, es extremadamente improbable que esto desencadene una respuesta nuclear por parte de Rusia. El Kremlin no tiene intención de lanzar un ataque nuclear contra Ucrania.
¿Por qué no? Porque Ucrania no representa una amenaza lo suficientemente importante como para justificar el inicio de una guerra nuclear. Rusia puede manejar a Ucrania mediante medios de guerra convencionales. Y aunque algunos incidentes pueden ser bastante dolorosos, no cambian esta realidad.
En general, la doctrina de Putin se puede resumir de la siguiente manera:
Involucrar a adversarios menores con recursos militares tradicionales, mientras emplea la disuasión nuclear para disuadir a las naciones más fuertes de escalar conflictos que involucren a esos oponentes menores a un nivel en el que se conviertan en amenazas significativas.
Rusia tiene la intención de mantener su propia seguridad como lo considere necesario, empleando su defensa nuclear para disuadir a posibles intrusos.
Observando desde aquí, Ucrania parece ser un crudo recordatorio de lo que le espera a cualquier nación que entre en conflicto con Rusia. Está claro que el país podría enfrentarse a la devastación, con sus industrias e infraestructura potencialmente reducidas a ruinas. A esto podría seguir un colapso demográfico y económico. En cuanto a Occidente, parece dispuesto a ofrecer meras palabras de apoyo, pero en realidad podría llevar involuntariamente a su aliado a una situación precaria.
Una consecuencia de la campaña militar de Rusia podría ser una mayor comprensión entre las naciones cercanas de que provocar a Moscú conduce a resultados indeseables y que la OTAN tal vez no sea capaz de brindarles protección.
Además, es crucial que Occidente comprenda que provocar un conflicto entre los países vecinos de Rusia podría derivar en una confrontación nuclear.
Ése es un enfoque que James Monroe ciertamente habría aprobado.
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2024-10-01 00:05