Reseña de Lee: la película biográfica de la fotógrafa de Kate Winslet no logra capturar la esencia única de esta mujer que intrigó, cautivó y enfureció a partes iguales, escribe ALEXANDRA SHULMAN

Como crítico de cine con buen ojo para la precisión histórica y un profundo aprecio por las vidas de mujeres notables, debo decir que la interpretación de Lee Miller en la reciente película biográfica me dejó bastante descorazonado. Parece como si los realizadores de esta película hubieran errado el blanco una y otra vez, reduciendo la compleja y multifacética vida de esta extraordinaria mujer a una serie de escenas cliché y caracterizaciones excesivamente simplificadas.

En el año 2003, el renombrado dramaturgo Sir David Hare colocó una placa azul conmemorativa en el número 21 de Downshire Hill, la vivienda en Londres que perteneció al deslumbrante y aventurero fotógrafo Lee Miller, quien compartió esta residencia con su esposo Roland Penrose.

David Hare escribió un guión sobre la vida de Miller, con la intención de que Nicole Kidman o Cate Blanchett interpretaran al personaje principal. Lamentablemente, nunca llegó a la pantalla grande.

En cambio, tenemos la película biográfica titulada «Lee», protagonizada por Kate Winslet, que se estrenará en los cines el 13 de septiembre. Desafortunadamente, esta película no retrata eficazmente el encanto distintivo de una mujer que era igualmente fascinante, convincente y frustrante.

Lee, bajo la dirección de Ellen Kuras, destaca principalmente a Miller como una fotógrafa de guerra inquebrantable, una mujer que se había ganado un estatus legendario dentro de las filas de los fotógrafos de Vogue y continúa sirviendo de inspiración para numerosas mujeres jóvenes que navegan en el campo dominado por los hombres. del periodismo de guerra.

Como devoto admirador, me gustaría resaltar que ella era más que una simple belleza; fue modelo, musa y estudiante bajo la tutela del reconocido surrealista Man Ray. Su vida amorosa era tan cautivadora como su apariencia, y Picasso fue uno de los muchos hombres que quedaron cautivados por su encanto. Sin embargo, su talento se extendió más allá del ámbito de las actividades románticas, ya que mostró un ojo distintivo para la fotografía, particularmente al documentar las duras realidades de las zonas de guerra, así como al capturar impactantes retratos e imágenes de moda.

Su sorprendente encanto aristocrático, sus relaciones románticas con figuras notables de la época y su notable fotografía de guerra le han valido una reputación icónica.

A los 19 años, Miller fue rescatado del camino de un coche en Nueva York por el editor de Vogue, Condé Nast. Rápidamente impulsó su carrera como modelo, persuadiendo a destacados fotógrafos como Edward Steichen y George Hoyningen-Huene para que trabajaran con ella.

Sin embargo, cuando una de estas imágenes se utilizó para un anuncio de toallas sanitarias Kotex en 1928, mostrando una notable autosuficiencia, Miller reunió sus pertenencias y se aventuró a París, llevando nada más que una introducción al artista Man Ray.

De una manera diferente pero comprensible: Winslet retrata a Miller como un personaje duro e inflexible que no tiene miedo de enfrentar los desafíos de frente, usando un ingenio agudo y gestos casuales con el cigarrillo. Su comportamiento en pantalla es confrontativo y agotador, pero la verdadera Miller probablemente era misteriosa y compleja: una figura enigmática, marcada por un evento traumático a los siete años, cuando fue violada por un conocido de la familia. A lo largo de su vida, según los informes, su padre Theodore le tomó fotografías íntimas.

Anthony Penrose, su único hijo, describió cómo este acontecimiento afectó a su madre: «Su mirada distante parece un vacío insensible… este desapego resultó beneficioso para ella más adelante en la vida y la hizo cautivadora para los hombres que buscaban aventuras en el amor». También atribuyó a este rasgo su notable valentía. Otro fotógrafo y amante, David Scherman, que capturó una fotografía icónica de Miller cerca del baño de Hitler la noche de su muerte, comentó: «Lee Miller nunca temió la maldad de la que los humanos son capaces».

Antes del conflicto, Miller desempeñó un papel crucial en la escena artística surrealista, infundiendo regularmente una esencia caprichosa y onírica en sus propias creaciones.

Una de mis fotografías preferidas de Miller, titulada «Picnic», fue capturada en la región sur de Francia allá por 1937. Esta impresionante imagen presenta una encantadora reunión de compañeros: los artistas Nusch y Paul Eluard, Roland Penrose (esposo de Miller), el surrealista Man Ray y su cautivador amigo y modelo criollo, Ady Fidelin.

Dos mujeres, con sus pechos bronceados bien cuidados, toman perezosamente el sol sobre un manto de hierba verde. Sin embargo, la película no logra recrear la atmósfera pausada y la sutil sensualidad retratada en la escena original.

Kate Winslet entra, coloca un plato grande sobre la mesa y se quita la blusa casualmente para revelar su torso delgado y desnudo. Poco después, Penrose emerge, sorprendiendo a todos los presentes. En contraste con el comportamiento reservado e impactante por el que se conoce a Miller, la presentación audaz y poco refinada de Winslet habría sido bastante diferente a él tanto en la vida como en la carrera.

Durante una entrevista reciente, Kate Winslet habló sobre su decisión de mantener visibles sus abdominales en la película, a pesar de las críticas. Sin embargo, no es la forma de su cuerpo lo que crea imprecisiones en la película, ya que la verdadera Miller era delgada y elegante como una gacela. En cambio, es la respiración dificultosa de Winslet durante una escena menor de un paseo por un acantilado lo que parece fuera de lugar. Dada la valentía de su personaje en la batalla de St Malo, uno podría esperar que ella pudiera dar un paseo tranquilo por la Riviera francesa con más facilidad.

En 1944, Miller (que entonces estaba casada con Penrose) se mudó a Londres y comenzó a trabajar como fotógrafo habitual para la revista Vogue británica. A pesar de estar contenta con los encargos de moda y retratos, se sintió limitada por este papel y se esforzó por convencer a su editora, Audrey Withers, para que le asignara cubrir la guerra en Europa.

A partir de 1940, Withers se desempeñó como editor de la revista durante dos décadas. Con su experiencia en redacción y edición, guió la publicación durante varias décadas, transformándola en la revista influyente que conocemos hoy. Bajo su liderazgo, figuras de renombre como Norman Parkinson y Anthony Armstrong Jones obtuvieron reconocimiento mundial.

En la película, la representación de Withers es otro paso en falso importante. Creo que Andrea Riseborough, una actriz que considero más adecuada para el papel de Lee, la retrata como un personaje tímido e indeciso. De manera confusa, el fotógrafo Cecil Beaton, que en realidad no habría estado presente en las oficinas de Vogue, aparece allí, aparentemente supervisando los diseños de las revistas.

Sin embargo, Withers no se parecía en nada al estereotipo de mujer de esa época. Era excepcionalmente inteligente, franca y práctica, y poseía un profundo conocimiento de la política global. Durante la guerra, dirigió la revista con habilidad, sin inmutarse por el bombardeo de la sede, la escasez de papel y una lucha constante con la influyente editora estadounidense Elsa Woolman Chase, quien a menudo pasaba por alto las distintas perspectivas de los lectores británicos sobre los acontecimientos mundiales.

Al final, dado que Withers se negó o no pudo enviar a Miller al frente de batalla, Miller logró persuadir al ejército de los EE. UU. para que le otorgara el reconocimiento militar. Después de eso, consiguió su uniforme en Savile Row.

En su posición única como una de las dos únicas fotógrafas a las que se les dio permiso para documentarlo, siguió adelante para capturar las duras realidades de la liberación de Francia. Esto incluía escenas espantosas de hospitales de campaña, como amputaciones, e imágenes icónicas de montones de cadáveres en los campos de concentración de Buchenwald y Dachau.

Cuando Miller envía su poderosa colección de fotografías a Vogue acompañada del mensaje «Por favor, confíe en que esto es genuino», Withers comprende que es poco probable que estas imágenes pasen el proceso de censura.

En lugar de centrarse en los acontecimientos pasados ​​de la guerra, el gobierno del Reino Unido no encontró atractivo en prolongar las discusiones al respecto en Vogue. En cambio, prefirieron que a Lee se le proporcionaran nuevas ideas para historias, como «Diez maneras con un pañuelo en la cabeza». Como resultado, Withers envió estas historias a American Vogue.

En términos más simples, Lee se enoja profundamente cuando se entera de que la edición británica de Vogue no publicará sus fotografías. En la película, ella entra frenéticamente a la oficina, entre lágrimas rompe los negativos almacenados en el gabinete y, sorprendentemente, le cuenta a Withers un evento traumático de su pasado (su violación infantil).

Está registrado que uno de los grandes arrepentimientos de Withers fue no haber publicado las imágenes.

Como fanático acérrimo, debo confesar que ninguna película puede capturar completamente la historia completa; sin embargo, una y otra vez, esta película biográfica parece reunir momentos cruciales de la manera menos refinada posible. Es como si intencionalmente eludieran la elegancia y profundidad que hicieron de Miller algo verdaderamente extraordinario.

No es hasta que Kate Winslet interpreta el papel de la fotógrafa alcohólica anciana, melancólica y desilusionada al borde de la muerte por cáncer que realmente brilla en su actuación.

En ese entorno lleno de fotografías e informes que había escrito, comunica de manera conmovedora sus sentimientos, pasados ​​​​y presentes, sobre su extraordinaria y frecuentemente desafiante vida, a través del uso sutil del silencio y los gestos, durante su emotivo encuentro con su hijo distante.

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2024-09-12 20:19