Reseña de 'Triumph': Maria Bakalova busca una conexión extraterrestre en la excéntrica presentación de Bulgaria al Oscar

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Como crítico de cine que pasó mis años de formación bajo el régimen comunista en Bulgaria, encontré «Triumph» un reflejo conmovedor y humorístico del caótico período de transición que siguió a la caída del comunismo en mi tierra natal. La capacidad de los directores para entrelazar hechos reales en una narrativa absurda y satírica es realmente notable, lo que la convierte en una experiencia visual única, original y extravagante.

Aunque el Partido Comunista de Bulgaria renunció a su monopolio político en 1989 y hizo la transición a una democracia parlamentaria, sorprendentemente ganó las primeras elecciones libres del país al año siguiente. El caos que se produjo debido a las libertades desconocidas se describe en «Triumph», una sátira política única de los directores búlgaros Kristina Grozeva y Petar Valchanov. Esta película muestra el choque entre las estructuras de poder tradicionales y las absurdas ideas de la nueva era, lo que lleva a un enfrentamiento improductivo. Si bien el humor puede ser impredecible, se basa principalmente en el estilo cómico inexpresivo de Maria Bakalova, quien vuelve a visitar su tierra natal después de protagonizar “Women Do Cry” en 2021.

Basada en hechos reales, aunque no sugiere calma en su estilo intenso y dramático, ‘Triumph’ es la última entrega de la autoproclamada «trilogía de recortes de periódico» de Grozeva y Valchanov. Cada película se desarrolla a partir de un titular sensacionalista de la historia de los medios de comunicación búlgaros. Sus películas anteriores incluyen ‘La lección’ (2014) y ‘Gloria’ (2016), siendo esta última la candidata de Bulgaria a los Oscar, al igual que ‘Triumph’ de este año. Esta peculiar historia sobre una misión militar fallida que busca contacto extraterrestre parece haber sido extraída de las páginas de The National Enquirer o de una contraparte balcánica, y presenta un estilo narrativo excéntrico que la distingue de sus predecesoras más moderadas.

1990, en la parte occidental de Bulgaria, una unidad del ejército se dedica a una tarea infructuosa: cavar y llenar pozos en un abrir y cerrar de ojos bajo la dirección del general Zlatev (Ivan Savov) y el coronel Platnikov (Julian Vergov). Su misión, envuelta en secreto, tiene como objetivo desenterrar un supuesto artefacto alienígena enterrado en esta extensión de campo de color caqui. También está presente una médium psíquica, Nyagolova (Margita Gosheva), con su cabello rizado y poderes misteriosos. Habla de llegar a la séptima zona y controlar los peligros de desactivación, pero sugiere más directamente que descubrir el artefacto y aprovechar la sabiduría extraterrestre marcará el comienzo de una nueva era para Bulgaria.

En este intrincado rompecabezas, Nyagovola cree que Slava (Bakalova), la hija aparentemente inocente y emocionalmente vulnerable de Platnikov, posee notables habilidades psíquicas, aunque su fe en esto podría ser cuestionable. A medida que la misión se vuelve cada vez más complicada, resulta cada vez más difícil discernir quién puede estar engañando a quién. El discurso descuidado de Slava y su atracción por un joven soldado están erosionando cualquier resto de integridad que hubiera inicialmente. Bakalova, que representa a una población sometida a creencias políticas confusas, ofrece una actuación cautivadora que contrasta con la farsa dura y ladradora de sus mayores. Su rostro refleja un profundo charco de desconcierto y curiosidad, que eventualmente se convierte en sospecha.

La película «Triunfo», escrita por Grozeva y Valchanov junto con Decho Taralezhkov, se basa en gran medida en una inesperada fuente de verdad en la historia del Ministerio de Defensa de Bulgaria: el proyecto de excavación guiado por psíquicos de dos años de duración conocido como el Agujero Tsarichina, que finalmente fue abandonado debido a a limitaciones financieras. El guión genera inicialmente mucho humor y absurdo, pero luego pierde algo de fuerza y el tono vira hacia la oscuridad y el nihilismo. A pesar de que sólo dura 97 minutos, la película parece algo larga, y su segunda mitad repite elementos satíricos que ya se han presentado de manera efectiva.

En un sentido cinematográfico, este esfuerzo atmosférico se siente cada vez más sofocante, reflejando el trabajo de cámara de Krum Rodríguez que desciende más profundamente en la lúgubre excavación, envuelta en tonos beige y gris. El editor frecuente de Yorgos Lanthimos, Yorgos Mavropsaridis, mantiene un ritmo inquieto y ansioso, y parece más centrado en interrumpir que en revelar la trama. En consecuencia, los espectadores podrían encontrarse tan desorientados en este esfuerzo sin propósito como lo estará eventualmente el equipo.

2024-11-14 19:18